Si discutieramos el proyecto de aborto tres causales en el estadio

La semana pasada, el proyecto de despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo volvió a tramitarse en el Congreso. Para graficar la cantidad de vergonzosos sucesos ocurridos en unos pocos días, usaremos las siguientes analogías futboleras:
 

  1. Tirar la pelota fuera de la cancha: En un partido, a veces es más fácil enviar la pelota hacia la estratósfera, que hacer frente al jugador para que no se escape hacia el arco contrario. El problema es cuando quien hace eso es del mismo equipo. Eso hizo Andrés Zaldívar, senador de la Nueva Mayoría, al proponer una indicación de último minuto el día antes de la votación del proyecto en el Senado: a metros de meter el gol, Zaldívar se volvió contra su equipo y sacó la pelota del área. ¿Para quién jugaba Zaldívar entonces? Esta jugada desesperada buscaba dilatar la votación y aplazarla hasta quién sabe cuándo, aunque eso se tradujera en traicionar a su coalición. Afortunadamente, esta estrategia sucia no fue aprobada por la Cámara Alta.

 

  1. Celebrar la victoria antes que suene el pitazo final: Superada la patada de Zaldívar, escuchamos al Ejecutivo asegurar lo preparado que estaba para defender el proyecto de aborto por tres causales y hacer frente a los imprevistos. Ocurre que en los hechos, lo que menos se notó fue preparación, sufriendo un bochornoso revés por un voto que faltó, en el último minuto. Adhiriendo a las palabras de Claudia Dides: “Toda gestión política para un proyecto de ley, nos indica que jamás debe confiarse hasta que efectivamente se transforme en ley”. El Gobierno celebró el gol antes de que entrara la pelota y no resguardó tener el número suficiente de Parlamentarios de su sector para la votación final, que fue rechazada por la cuenta mínima, pasando a Comisión Mixta.

 

  1. Persignarse antes de entrar a la cancha, después de hacer un gol o cuando te sacan del partido. En el fútbol, las muestras religiosas son parte del espectáculo: vemos jugadores que agradecidos por su suerte y su talento se encomiendan a Dios para que los siga llenando de buena racha. Pero fuera del Estadio, los políticos no pueden legislar con la Biblia en la mano. Especialmente en la discusión de una ley de despenalización del aborto deben recordar que el Estado es laico, el Congreso no es un espectáculo y en ninguna discusión parlamentaria cabe aludir a la religión para legislar a nombre de todos los chilenos.

 

  1. Llevarse la pelota para la casa: Si bien la oposición se ha negado de manera constante a este proyecto de ley, ignorando derechos básicos de las mujeres, y entregando argumentos vergonzosos como que somos “meras administradoras o tenedoras de lo que tienen en el vientre”; en esta oportunidad –si a pesar de todos los traspiés– el proyecto es aprobado, Chile Vamos llegará al extremo de presentar un recurso en el Tribunal Constitucional para que la iniciativa se declare ilegal y volver a foja cero. Esto es, tomar la pelota cuando te hacen un gol y “llevártela” para que se acabe el partido. Siguiendo con la jerga futbolera, quieren ponerle tarjeta roja a una iniciativa que es aún más restrictiva que los derechos sexuales y reproductivos teníamos las mujeres en Chile hasta 1989.

 
5.- Ir a la FIFA: Acudir al TC es parecido a ir a “reclamar a la FIFA”, tan parecido es incluso en lo dudoso de sus resoluciones. Las diez personas que conforman el Tribunal Constitucional no son elegidas democráticamente, y tienen tanto poder que pueden aprobar o rechazar el trabajo que se ha hecho en el Congreso; en este caso podrían anular acuerdos que tomaron más de dos años de discusión parlamentaria.
 
Si bien el fútbol es una actividad muy importante para muchos chilenos, no es posible que estas analogías se ajusten tanto a la realidad, ya que lo que ocurre en el Congreso no es un juego ni un deporte. Lo que ahí sucede afecta y afectará directamente en lo que pasa en nuestras vidas, la de millones de mujeres que hoy miran desde la vitrina como un grupo mayoritariamente masculino, tanto desde el Congreso, el TC y el Estado mismo, toman decisiones por nosotras.
 
Si pudiéramos comentar el final de este partido, solo nos queda decir que las cosas serían distintas si los espacios de poder tuvieran una representación equitativa entre hombres y mujeres. Esperamos que esto cambie luego de la elecciones de noviembre, en que se abre un abanico donde muchas mujeres estarán disputando escaños. No las volvamos a dejar en la banca.
 
Catalina Pérez; Maite Orsini; Natalia Castillo; Soledad Álamos; Valeria Ortega; Nataly Rojas; Lilian Cancino; Claudia Monje
Candidatas a Diputadas por Revolución Democrática

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