Columna de Manuel Sepúlveda: Basta de excusas: No más segregación

Manuel Sepúlveda, integrante de la comisión de educación de RD, responde a Arzola en esta columna. No dejes de leerla

El pasado día martes María Paz Arzola, investigadora de Libertad y Desarrollo (L&D), publicó en este sitio una columna llamada “Derribando mitos: El financiamiento compartido contribuye a disminuir la segregación”.

Sorprende encontrarse con un título que además de desconocer una idea compartida transversalmente porimportantes investigadores en educación y política pública del país, esto es, que “el financiamiento compartido agrava la alta segregación social de la educación chilena, limita las posibilidades de elección de las familias (asociándolas a su capacidad de pago), y refuerza el carácter selectivo y excluyente de las comunidades escolares”, no se hace cargo del problema fundamental en la materia: Chile es el país con mayor segregación socio-económica escolar de la OCDE.

La columna de la investigadora plantea a lo menos tres ideas que a nuestro juicio carecen de sustento, se encuentran erradas o sencillamente fortalecen mitos o “lugares comunes” presentes en el debate público, creencias erradas en cuanto a nuestro sistema educativo. Analicemos entonces algunas de estas afirmaciones.

PRIMERO: Según Arzola, “quienes argumentan que el sistema chileno es segregado y que, en ese contexto, es el sector municipal el más inclusivo, se basan en que éste concentra un mayor porcentaje de niños vulnerables”. Esta frase, que sirve como sustento para toda la argumentación de la columna, presenta un error fundamental. Cuando se afirma que el sistema municipal es más integrado que el particular subvencionado no se está diciendo que el primero concentra a más alumnos vulnerables, sino que en las escuelas municipales existe una distribución más heterogénea entre alumnos vulnerables y no vulnerables. En términos simples, segregación no significa concentración de alumnos vulnerables, sino que concentración de alumnos de un mismo origen socioeconómico.

SEGUNDO: A continuación la autora asegura (en base a datos CASEN 2009) que “los colegios particulares subvencionados con financiamiento compartido son más inclusivos que los municipales y que los particulares subvencionados sin financiamiento compartido”. Sin embargo, la evidencia en la materia es contundente, y apunta en la dirección contraria a lo expuesto por Arzola.

Según datos de Juan Pablo Valenzuela, si en el sector municipal la razón entre alumnos vulnerables – no vulnerables es de un 40% v/s 60%, en el sector particular subvencionado con financiamiento compartido esta composición es de un 11% v/s el 89%. Es decir, de cada 10 alumnos que asisten a colegios particulares subvencionados con copago, 9 de ellos provienen de un mismo origen socioeconómico.

Asímismo, investigaciones de Gregory Elacqua permiten observar que mientras casi la mitad de los alumnos de colegios particulares subvencionados no tienen ningún compañero pobre, esta cifra es sólo de un 3% en el sector municipal.

El sistema de financiamiento compartido ha reducido al mínimo la posibilidad de elección que, en teoría, tienen los padres a la hora de optar por un proyecto educativo determinado. Aquellos apoderados que pueden pagar 5 mil pesos mensuales por colegiatura tienen como opción sólo aquellos colegios que cobran 5 mil pesos o menos. En tanto, los apoderados que mensualmente pueden pagar 50 mil pesos tienen una oferta mucho más amplia, ya que pueden optar por todos aquellos colegios que cobren 50 mil pesos mensuales, o menos.

Así entonces, y tal como afirma Fernando Atria, el financiamiento compartido ha producido que, hoy en día, “la única decisión que toman los padres es con quien no se educan sus hijos”. Como aquél que dispone de 5 mil pesos mensuales no puede optar por un establecimiento que cobre más que esa cifra, la función principal de ese dinero es asegurar que todos los compañeros de sus hijos pertenezcan a familias que, al menos, puedan pagar 5 mil pesos mensuales por concepto de colegiatura. El financiamiento compartido es, a todas luces, un elemento segregador.

TERCERO: Finalmente la autora plantea que reducir la segregación en el sistema “no se logra eliminando el financiamiento compartido, sino mejorando la calidad, de tal forma que incluso quienes tienen más recursos opten por la educación pública”. Si analizamos en profundidad esta propuesta nos encontramos con otro error.

Siguiendo la lógica presente tras esta idea podemos inferir que en la actualidad los colegios particulares subvencionados son de mejor calidad que los municipales, y que por ello los padres estarían optando por esta dependencia. Lamentablemente la evidencia indica que los problemas de calidad son transversales a todo nuestro sistema educativo y no dependen de la dependencia administrativa a la que pertenezca un determinado colegio.

Así por ejemplo, en el SIMCE Matemáticas 4º Básico del año 2010 el promedio de los colegios particulares subvencionados en el segmento socioeconómico bajo fue de 218 puntos, mientras que en los colegios municipales el promedio fue 227. Así mismo, según dicha medición, los 2.400 colegios particulares subvencionados que atienden a sectores vulnerables (y que representan al 42% del total), tienen en promedio resultados que los ubican en los niveles iniciales de desempeño.

Así entonces, ¿qué motivos explican esta ofensiva oficialista para defender una propuesta que ha sido criticada por prácticamente todos los especialistas en la materia? Si el objetivo es aliviar la carga monetaria de las familias, y este puede ser alcanzado con la reducción del financiamiento compartido, ¿por qué se busca consolidar un mecanismo que genera segregación?.

La existencia de distintas concepciones ideológicas del modelo educativo y su enfrentamiento en la discusión pública es una actividad que le hace bien a nuestra política. Sin embargo, que determinadas ideologías se transformen en verdaderos caprichos que desconocen investigaciones serias y, por sobre todo, que ignoran la realidad de nuestro sistema educativo, resulta impresentable. Nunca debemos olvidar que cualquier decisión que se tome en la materia afectará al desarrollo de miles de niños en el país.

Es necesario entender que jamás contaremos con un sistema educativo de calidad mientras mantengamos los actuales índices de segregación escolar. Consolidar un mecanismo de segregación resulta entonces una política errónea, perversa e injustificada.

Publicada en El Dínamo

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