Caimanes: un gol ciudadano de año nuevo

Por Fernando Viveros, miembro de RD Las Condes – Vitacura publicada en El Quinto Poder

Cambiemos nuestra lengua para hablar del triunfo del pueblo de Caimanes, IV región, en los tribunales de Ovalle –reciencito nomás; como regalo de Navidad para los caimaninos  y para quienes hacemos con ellos fuerzas. Como quien dijera: regalo de fuerzas nuevas para el nuevo año–aprovecho de saludar a tod@s ustedes, lectores y editores del quintopoder ¡vaya con el nombre! ¿No?

O sea, de la lengua airada denunciando al abusador de cuello y corbata en Freirina, santiaguino pa’ peor, a la lengua alegre, disfrutando la justicia (por un rato no más que sea siempre se recibe bien), cuando en el tribunal de la ciudad de Ovalle los acusados caimaninos por laminera Luksic-Pelambres salen libres de polvo y paja –y mirando contentos el cielo, sí señor.

Sale un líder ciudadano local, cabro joven, veinteañero, movido este chiquillo, acusado hasta de “asociación ilícita”. Es que los ha tenido vueltos locos a los supervisores de Pelambres, y le ha costado el cargo de jefe a más de uno, incapaces de hacerlo pisar el palito. Sale, morenazo el cabro, más hijo de diaguitas de la cordillera que de chilenos, con la sonrisa de oreja a cómo le dicen. ¡Vamos a seguir!, declara a los micrófonos. ¡Viva Caimanes!

Porque de vivir o morir no más se trata, pues. De si vive Caimanes, o si es sepultada bajo la mugre de la mina, relaves mineros le llaman a esa basura de montaña mezclada con químicos venenosos que les han venido a tirar al patio trasero de sus casas. ¿Se imagina usted señora que despierta un día y hay un bulldozer en el patio de su casa removiendo la tierra para hacerle espacio a la basura minera? Así no más es la cosa.

Y eran cuatro los abogados defensores de Caimanes que Luksic-Pelambres acusó de “prevaricación”. ¡Qué tremendo garabato jurídico, señor, señora! ¡Si hasta la palabra asusta! Bueno, el tribunal dijo que no había ni media prueba de ello –fuera lo que fuera el garabato-. Peor que en el “caso bombas” quedaron, oiga, los tinterillos al servicio de los millones. Nada consiguieron.

Entonces, cuando se gana una batalla al adversario, surge el siguiente paso, tan  importante como el finalizado. Porque, dígame usted, y ahora ¿qué es lo que quiere Caimanes?, si al menos en esta etapa la invasión de Pelambres está detenida.

¿Por qué lucha Caimanes? Por plata no. Por repartirse unos millones de las mitigaciones: plata para que se queden callados por lo del veneno –eso conocido hoy también, en la hipocresía chilensis, como “responsabilidad social empresarial”-; eso no. Si no, para qué pelear este juicio y ganarlo.

¿Cuál es la propuesta de Caimanes para ellos mismos? Tal vez no la puedan expresar en un discurso como el mío –algo modernizado y urbano- pero para lo que dicen basta tener las orejas abiertas y saber escuchar: quieren seguir más o menos igual como son, Caimanes como es Caimanes. Bueno y malo, pobre y rico al mismo tiempo. Pequeño, aislado –según se mire quiénes son los que están aislados-, o muy grande y lleno de alma, contento de tener lo que tiene (una comunidad, una naturaleza, alrededor), y no descontento pidiendo a otros y al Estado subsidios y dádivas de gente indigna y miserable.

Caimanes un pueblo de gente sencilla y sin codicia. ¿Demasiado raro, increíble, loco, inaceptable, en nuestro mundo contemporáneo? Así no más, pues, aunque usté no me crea. El proyecto de comunidad no pasa por ninguna modernidad, “progreso” o transformación universal de las relaciones sociales; ningún caudillo aparecido o por aparecer. Este porvenir trae el nombre de las cosas terrenales al ritmo de la naturaleza. La única re/volución está en el retorno constante de la primavera después de todos estos inviernos, en los cerros, el río y la gente.

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