*Columna*|Salud Mental: el costo del “progreso” neoliberal y el desafío implícito de una nueva Constitución

Una de las principales tesis que sustentan la creación de una nueva Constitución, es la potencial repercusión que tendrá en múltiples ámbitos de nuestra vida (salud, educación, igualdad de género, medioambiente, etc). Sin embargo, todos estos temas no son islas, tal como lo plantea el horizonte de nuestro partido, el objetivo de impulsar todas estas cosas va en relación con el buen vivir y la perspectiva de sociedad que queremos.

Pasado otro 10 de septiembre como Día Mundial para la Prevención del suicidio, nos obliga a al menos cuestionarnos como está la situación hoy en Chile, especialmente cuando la misma Directora de la OPS Carissa Etienne hace poco advirtió: “La pandemia ha provocado una crisis de salud mental en nuestra región a una escala que nunca antes habíamos visto”.

La salud mental de los chilenos se ha visto profundamente afectada post 18 de octubre, y ahora en pandemia por el encierro y la profunda incertidumbre social y económica. Múltiples estudios están afirmando esto y donde el Colegio Médico recientemente mostró las graves consecuencias que ha traído especialmente para la primera línea en el enfrentamiento de la pandemia. Los trabajadores de la salud han duplicado y hasta triplicado la prevalencia de síntomas depresivos y otros trastornos de salud mental respecto al escenario previo a la pandemia.

El hablar de Salud Mental es una reflexión sanitaria pero también profundamente política, porque nos hace cuestionar los “progresos o avances” del modelo neoliberal. Esto debido a que se nos ha fomentado un modelo altamente competitivo, individualista y exitista, donde el no cumplir con esas metas (que deben buscarse a toda costa) genera frustración y/o marginación en las personas. Vivimos en una sociedad que valora el “sacrificio” y donde incluso es sujeto de admiración. El modelo neoliberal ha traído consigo una verdadera cultura del sacrificio que ha atentado contra la salud mental de la población.

Esto es un hecho, y que se refleja en que las cifras de salud mental en Chile han ido en aumento y llevándonos al podio de los países con mayor carga de enfermedades de salud mental en la región. Esto tampoco sorprende cuando solo un 2% del gasto total en salud se destina a salud mental, cuando el mínimo recomendado por la OMS es de un 5% y otros países de ingresos medio-alto comparables con Chile nos superan enormemente: Uruguay (8%), Australia (9,6%), Suecia (11%). Esto refleja una postergación de la salud mental que viene más allá de la propia pandemia, con la política como gran responsable.

Sin embargo, la salud mental no se resuelve necesariamente con más psiquiatras o psicólog@s. Desde 1990 Chile ha duplicado sus equipos en salud mental, pero esto no se condice con una mejora de cifras en salud mental. Aquí es donde entra en juego el modelo de sociedad que queremos impulsar con una nueva Constitución. Varios estudios demuestran que los países más desiguales y los grupos sociales más desfavorecidos tienen una mayor carga de enfermedades salud mental. Misma relación encontramos al compararlo según nivel educacional, acceso a servicios de salud e incluso por género, donde las mujeres tienen una mayor prevalencia en gran parte de las patologías, dada la gigante carga social que tienen en muchos ámbitos.

Entonces, si bien la salud mental no estará redactada en la nueva Constitución, todos los otros aspectos que se discutirán dentro de ella confluyen directamente en la salud mental. La mejoría de los determinantes sociales es fundamental para la Prevención en Salud mental, lo cuál debe ser el eje para toda política sanitaria. El mirar un nuevo modelo de sociedad, tiene que ir de la mano con eliminar esta cultura del sacrificio que se nos ha inculcado, que no se resolverá espontáneamente con una nueva constitución, pero es la base indispensable para lograrlo.

Y a pesar de todo el desafío constituyente, la situación de la salud mental hoy es crítica y urge tomar medidas. Al año, 1800 personas deciden quitarse la vida en Chile y el panorama se va a agudizar con la pandemia. La salud mental ha sido históricamente postergada por la política, es nuestro deber como Frente Amplio marcar la diferencia y posicionarla dentro de la agenda pública y en la discusión de una nueva Constitución.

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