*Columna*|El chivo expiatorio de siempre: los migrantes

Para nadie es un secreto que nos encontramos probablemente en medio de la crisis sanitaria, económica y social más grande que le toque vivir a nuestra generación. El profundo malestar social que avivó la llama del 18 de octubre, el cuestionamiento a los enclaves ideológicos de un modelo económico que produce riqueza para algunos y miseria de muchos, el levantamiento de grupos históricamente marginados y su resurgimiento como sujeto político y actor social relevante, y la disputa de las lógicas tradicionales del ejercicio del poder, han sido la tónica de
los últimos seis meses y todos los pronósticos nos indican que esto recién empieza.

Y en medio de esta crisis nos encontramos, como tantas otras veces, con que el gobierno pretende expiar su mal manejo político y su gestión deficiente mediante el uso instrumental del chivo expiatorio de siempre: l⭑s migrantes. Lo que en su momento fueran “grupos extranjeros que producen inestabilidad social” hoy en día son los migrantes en situación irregular que serían potencial foco de contagio. No en vano tan solo a días de que el Presidente diera estas lamentables declaraciones, la televisión nacional llenó sus programas con la extrema y completamente morbosa cobertura del foco de contagio del cité en Quilicura.

Esta es, claro, una obra con trama conocida, pues la hemos visto muchas veces. Altos índices de enfermedades de transmisión sexual, desempleo, delincuencia. Cualquier problema social se puede atribuir a los migrantes con total impunidad discursiva y política. Habrá quienes que lo reprochen y organizaciones migrantes y promigrantes que levanten la voz, pero al final del día, nadie le pide cuentas al Presidente por realizar declaraciones tan lesivas para los derechos fundamentales de todo un grupo social.

Por otra parte, el día 28 de abril el Subsecretario del Interior recalcó en la Comisión de Gobierno del Interior del Senado, la importancia de tener una política agresiva hacia la no discriminación en base a la nacionalidad de las personas. Quizás más que agresiva, proactiva, pues resulta evidente que diferentes grupos requieren diferentes atenciones para acceder a los mismos derechos en igualdad de condiciones. Cosas tan básicas como que los letreros con información en los servicios de salud estén en múltiples idiomas, a pesar de que nuestro idioma oficial sea el español.

Entonces, tenemos por un lado a la máxima autoridad del país, sosteniendo activamente un discurso abiertamente discriminatorio y estigmatizante, y por el otro un Subsecretario que nos dice que la política del Estado debe ser agresiva hacia la no discriminación hacia los migrantes. ¿A quién le hacemos caso? ¿Existe realmente un acuerdo acerca del piso mínimo constituido por el acceso a derechos básicos en condiciones de no discriminación para tod⭑s? ¿Cómo si es que estamos todos de acuerdo en mejorar la legislación y normativa migratoria aún no tenemos una legislación acorde a los tiempos que vivimos? Lo cierto es que no estamos tod⭑s de acuerdo.

Desde que asumió, uno de los caballos de batalla más fuertes de este Gobierno, fue su proyecto de ley de extranjería y migración, en discusión desde el año 2018 y presentado durante el primer gobierno del Presidente Piñera. Pero no nos engañemos, una legislación nueva y actualizada, no es necesariamente una legislación moderna. Sigue al debe en cuanto al rol activo del Estado para asegurar derechos, en el debido trato de los menores de edad, la apertura de criterios para migrar (no solo aceptar a alguien por su valor económico), la transparencia de los procesos y la superación de la arbitrariedad que hoy siguen teniendo nuestras policías en frontera.

Hoy ante la crisis de la pandemia estamos una vez más ante la trama de la exclusión. De nuevo nuestras autoridades ponen el foco en el migrante como alguien que representa una amenaza. Pero en paralelo, vemos si sumamos a algunos profesionales a nuestro sistema de salud para sortear nuestras dificultades.

Hoy estamos sobre la marcha viendo si es que podemos integrar a nuestro sistema de salud a algunos de los muchos profesionales del área que hoy viven en nuestro territorio. Seguimos tomando las decisiones en base a cálculos de conveniencia. No llevamos adelante una línea política de inclusión.

Sabemos que la defensa de los migrantes es una tarea sin recompensas. El clivaje que pone a pelear al chileno penúltimo de la fila con el migrante último de la fila, se intensificará en los próximos meses, pero ello no nos puede hacer olvidar que, más allá de las ganancias políticas, la defensa de los grupos marginados hoy, es la defensa de nuestros valores democráticos de igualdad.

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