*Columna*|Las inapropiadas que no se rinden, hacen historia: Algunas reflexiones sobre la importancia de la organización en el día contra la LGTBIQ+Fobia

La vida la podemos experimentar desde nuestras experiencias, como personas no heterosexuales nos toca vivir muchas vidas en una sola. Se nos ha enseñado que la heterosexualidad es el sol que ilumina la tierra y que todo aquello que sobrepase las fronteras de la luz es, en realidad, algo desconocido y, por lo tanto, temido.

¿Por qué digo que vivimos muchas vidas en una sola? Porque si las comparamos con nuestr⭑s pares heterosexuales, hace siglos que ell⭑s tienen un camino trazado desde la biología que les ha permitido colonizar la realidad convirtiéndose en el deber ser. Pero nosotr⭑s no, nosotr⭑s hemos habitado las sombras, la clandestinidad y con suerte hemos visto la luz auto mutilando nuestro deseo amatorio y sexual, escapando de la opinión pública, articulándonos en las sombras. Es cierto que, con el avance de internet, hemos podido existir públicamente, pero los viejos hábitos y las malas experiencias las cargamos en nuestra piel, marcas hechas a fierro caliente de por vida.

La LGBTIQ+fobia institucionalizada tiene sus razones, científicas incluso, y tiene su historia por cierto, no nació de la sola ocurrencia de una persona, sino que proviene de sociedades completas colonizadas por la ideología blanca, burguesa, varonil y autónoma (BBVA) en su clave religiosa-capitalista, situación que se profundiza por un neoliberalismo condescendiente que ocupa al mercado como forma de integración. En ese sentido, la democratización inminente y el creciente acceso al conocimiento científico, ha permitido que las verdades de mujeres y de disidentes sexuales alcancen notoriedad pública y logren tensionar la verdad única y dominante BBVA.

Se han hecho grandes esfuerzos en la academia para contrarrestar la hegemonía heterosexual, muchas veces menospreciados y subestimados. ¿Qué podemos decir de re leer la historia? Tendríamos que aceptar que Juana de Arco es un personaje histórico travesti condenado, no por hablar con Dios, sino por ser una mujer que gustaba de usar vestimentas masculinas. Además, algun⭑s de l⭑s nuestr⭑s han y siguen creando saberes que nos ha permitido entender nuestra existencias, no obstante aún falta darle sentido a nuestras vidas. Dentro de la academia, hemos podido comprender qué es el sistema sexo-género con Gayle Rubin, descubrimos el pensamiento heterosexual con Monique Wittig y la heterosexualidad obligatoria con Adrianne Rich, estudiamos las masculinidades con Raewyn Connell y así much⭑s otr⭑s pensadores disidentes sexuales que han aportado al cambio radical del pensamiento crítico. En el mundo de la filosofía, hemos recibido los aportes de Butler y Preciado, quienes, personalmente, me ha ayudado a enfrentar mi miedo a poder existir en la realidad y no desde una política identitaria. ¿Qué pasa con Foucault?¿La gente recuerda que una de las mentes más brillantes del siglo pasado fue homosexual y seropositivo? Yo no tengo certeza de aquello, pues se higieniza su imagen y se habla de biopolítica sin entender la historia que hay detrás; no podemos ignorar u obviar la influencia de la homosexualidad en la filosofía de Foucault.

Soy agradecido de tener las oportunidades de acceder a ciertos conocimientos y así crear una posición política-crítica, con la que poco a poco voy enfrentando esos miedos y aceptando mis cicatrices, para hacerlas parte de un discurso político contra la violencia hacia personas no heterosexuales, siempre de la mano del feminismo y de mis compañeras. No sé qué habría sido de nosotr⭑s sin el feminismo. Por otra parte, yo no creo que las personas heterosexuales entiendan la raíz del problema, pues la heterosexualidad es un sistema que ordena y excluye aquello que se escapa de sus fronteras. Esto significa que anula la legítima diferencia dentro de una democracia. Este es un problema político que necesita ser enfrentado con herramientas de reconocimiento para disminuir la desigualdad social en todas sus dimensiones. Además, necesitamos de un feminismo lleno de especificidades, que ocupe todas las dimensiones de la vida combatiendo el monolingüismo heterosexual y que también sea capaz de interpelar al feminismo hegemónico-institucional. Necesitamos de un pensamiento vivo, de combate, que sea capaz de levantar nuevas perspectivas históricamente olvidadas o dejadas de lado, de proponer una alternativa al neoliberalismo rompiendo su clausura.

Sin embargo, no podemos quedarnos en la teoría, esta nos permite elaborar una crítica y una tradición intelectual, cultura, sino que debemos avanzar hacia la organización social. Recordemos que las movilizaciones por la justicia social de las personas no heterosexuales datan de hitos internacionales. Uno de los más relevantes en la historia fueron los movimientos de la travesti puertorriqueña Sylvia Rivera y la travesti negra Marsha P. Johnsons, quienes fundaron un grupo llamado S.T.A.R.S. (Street Transvestite Actions Revolutionaries o Acción Travesti Callejera Revolucionaria). Ellas fueron rechazadas incluso por la comunidad LGBT de la época, la cual estaba dominada por hombres gay. No obstante,  fueron capaces de dejar una huella tan profunda en la memoria de las calles de New York y del mundo con su activismo callejero que exigía derechos civiles luchando contra el clasismo, el racismo y la heteronormatividad. Su rabia y organización colectiva explotó en lo que se conoce como la Rebelión de Stonewall Inn en 1969.

En la memoria en Chile tenemos algunos ejemplos, porque también tenemos historia. Recordemos la manifestación de los maracos cansados de la discriminación y hostigamiento policial del 22 de Abril de 1973 en pleno gobierno de la UP. La importancia de la articulación de las compañeras lesbianas feministas en el Colectivo Ayuquelén; fundado en 1984 por Susana Peña, Cecilia Riquelme y Carmen Ulloa, fueron la primera organización no heterosexual con posición política. ¿Cuál fue la respuesta de los conservadores? Juan Rafael Allende, dirigía un diario que se llamaba El Padre Padilla, satírico y preocupado por el aumento del mariconismo en el país en la década de los 80, se encargaba de acusar a políticos y hombres de élite de homosexuales desacreditándolos por su orientación sexual. Otro diario fue la Lira Popular, que también dedicó espacio a la discriminación pública de las personas no heterosexuales. Estos son algunos ejemplos, porque hay varios con un común denominador: el hostigamiento policial, los asesinatos sin culpables e incluso las justificaciones científicas clasificando a los homosexuales desde la perspectiva médica-legal.

El Estado de Chile es y fue altamente discriminatorio y cómplice de la violencia, y lo seguirá siendo si no hacemos algo al respecto. Daniel Zamudio y Nicole Saavedra fueron asesinados por el odio que genera la ignorancia fundada en valores religiosos o ideológicos, sus vidas fueron tomadas recordándonos cuál es nuestro lugar. Sus juicios fueron tormentosos, aún esperamos la sentencia que determine quién es el asesino de Nicole.

No podemos seguir dejando que el pensamiento conservador enquistado en la institucionalidad sea el que decida sobre nuestras existencias, que nos deje morir o que nos permita vivir solo si probamos que somos sujetos que merecen dignidad. A esta idea le sumamos que existen cuerpos que no importan, algunos caducan con la edad y otrxs son excluidxs por el modelo que domina; no importa cuánto muestren su valor, se les deja a su suerte o incluso se les deja morir en la clandestinidad, sin un nombre, sin una identidad, sin importar cuánto esfuerzo puedan hacer para sobrevivir.

Este 17 de mayo conmemoramos 30 años desde que la Organización Mundial de la Salud despatologizó la homosexualidad. En este día contra la LGBTIQ+fobia, seguimos necesitando de la acción colectiva para conquistar y crear una institucionalidad que no nos quiera hacer desaparecer. Se nos viene un proceso constituyente y tenemos que estar presentes, o todos nuestros discursos y arengas políticas habrán sido en vano. Sylvia y Marsha lo dieron todo y nos demostraron que nadie va a regalarnos nada si no nos organizamos y combatimos, la lucha es siempre ahora; los maracos del  73 o la colectiva  Ayuquelén, fueron colas y tortas que nos antecedieron, entregándonos un lección valiosa: la organización es la única forma en que la historia cambia.

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