*Columna*|Plebiscito constituyente: de la continuidad a la ruptura

Una Constitución es el máximo ordenamiento jurídico dentro de un Estado de Derecho, y generalmente surge a partir de momentos de crisis, y así lo demuestra nuestra historia constitucional. De la Constitución actualmente vigente ya hemos escuchado bastante: fue producto de una imposición autoritaria en una cruel dictadura militar. Si bien fue plebiscitada, aquel plebiscito se realizó sin registros electorales y sin garantías de libertad de expresión y reunión que permitieran a la ciudadanía discutir libremente su contenido.

La Constitución anterior, la de 1925, también surgió en un contexto agitado y luego de una insurrección militar, el famoso “ruido de sables”. A pesar de las promesas iniciales de realizar una asamblea constituyente, y de un efímero impulso ciudadano de organizar la “Asamblea de Asalariados e Intelectuales”, se terminó por imponer un proyecto redactado a puertas cerradas por la elite política y militar liderada por Arturo Alessandri Palma y Carlos Ibáñez del Campo. Si bien existió un plebiscito ratificatorio, hubo menos de un mes para hacer campaña y esta se dio en un contexto de represión política al movimiento obrero y a los opositores al proyecto de Alessandri e Ibáñez. Previo a ello, la Constitución de 1833 surgió a partir de una imposición del sector ganador en la guerra civil. Los textos constitucionales anteriores a 1833 tuvieron limitada aplicación, también por causa de los conflictos armados que sucedieron al proceso de Independencia.

Todos nuestros hitos constitucionales tienen características distintas, sin embargo, poseen elementos comunes: todas las constituciones han surgido en contextos de crisis, y todas han sido redactadas bajo tutela militar, y ninguna ha contado con participación ciudadana real y efectiva. Hoy, el proceso constituyente también nace de una profunda crisis política y social. Asimismo, las condiciones para realizar la campaña y llevar a cabo las elecciones son menos que ideales debido a la crisis sanitaria, y no podemos obviar el rol que siguen desempeñando las fuerzas armadas y carabineros en contexto de estado de excepción.

Sin embargo, el 25 de Octubre se nos presenta una oportunidad de romper un patrón de nuestra historia, pues por primera vez en nuestra historia, se consultará a la ciudadanía si quiere o no una nueva Constitución y bajo qué mecanismo será redactada. Este 25 de Octubre votaremos Apruebo y Convención Constitucional en el primer plebiscito constituyente democrático en la historia de Chile.

Queremos terminar con un texto que hace 40 años se impuso a través de un plebiscito fraudulento, organizado por una junta que se apropió del poder constituyente, tal cual como se hizo en 1925, y también en 1833. Todos los procesos han surgido entre cuatro paredes y sin participación ciudadana, con poco tiempo de difusión y deliberación. Es momento de pasar de la continuidad a la ruptura, comprender la relevancia de la historia para no volver a repetirla.

Otras noticias