El congreso ideológico de nuestro partido llega en momentos claves para Chile. Hoy como nunca el diálogo y la reflexión colectiva deben estar puestos en las transformaciones que queremos para nuestro país. Este proceso debe permitirnos cuestionar nuestro rol en los cambios que se necesitan a partir del estallido social del 18 de octubre, el proceso hacia una nueva constitución y la crisis sanitaria en esta pandemia. Pero creo que debemos ir más allá en la reflexión. Los años de gobiernos post dictadura, nos deben dar un piso para visualizar aquello que ha impactado de manera positiva y por otra parte eliminar aquellas prácticas y decisiones que han desencadenado en la precarización de la vida de las personas. Esta precarización llega, no solo de la mano de los números, sino de los tiempos para compartir en familia, de la salud mental, de los tiempos para jugar e incluso de los tiempos del ocio.
Como militante y representante de Revolución Democrática, definir en colectivo nuestras ideas, es una tremenda oportunidad, más aún cuando llega en medio de lo anteriormente mencionado. Este contexto permite develar nuestra realidad desde la crudeza más descarnada. Desde ahí, debatir nos permite tener claridades respecto de cómo queremos gobernar y cuál es nuestro horizonte final.
Estos últimos años he sido testigo, a través del rol de consejera regional, de las profundas brechas de inversión que existen en la Región Metropolitana, que son una fotografía de lo que pasa a nivel nacional. Transformar aquellas prácticas instaladas que no abordan las problemáticas desde una mirada amplia, sino a través de pequeñas iniciativas que no conversan y que responden más bien a afinidades políticas, deben convertirse en un desafío para las próximas candidaturas a gobernaciones regionales, pero también una línea común para todos aquellos que asumirán el desafío de una elección popular. También para aquellos que decidan ser parte de este grupo político. Esto no será, sin un marco de acción conjunto, que nos obligue a poner primero un proyecto político claro y consensuado, más allá de nuestros personalismos y egos. Nuestras decisiones congresales y nuestros principios partidarios deben estar plasmados en cada una de las acciones de la militancia.
Nuestro objetivo está en las transformaciones profundas al modelo actual, pero estas transformaciones exigen estar a la altura de un diálogo previo, que nos permita ser un proyecto político coherente, cercano y que empatiza con los dolores de la gente, capaz de darle certezas a un país cansado de las incertidumbres. Es tiempo de tomarse en serio hacia dónde vamos, de transformar desde el compromiso por una patria más justa, esto implica impactar en la vida y el bienestar de las personas, ni más ni menos.