*Editorial* | La lucha contra el modelo neoliberal y la emergencia climática

Durante estos días la crisis climática se ha vuelto un tema recurrente en la discusión pública. La impresionante fuerza que ha adquirido el movimiento global liderado por estudiantes de todo el mundo nos llena de esperanzas en un mundo extremadamente necesitado de buenas noticias. Las palabras de Greta Thunberg ante la Asamblea de Naciones Unidas resuenan en nuestros oídos, en particular su interpelación a que los líderes mundiales dejen de considerar el crecimiento económico infinito y la acumulación de riqueza como una exigencia para todas las tímidas medidas que proponen para hacer frente a la crisis. La respuesta a la crisis requiere que hagamos frente a esas creencias, ya que tanto sus raíces como la actual inacción se basan en un mismo paradigma ideológico: el neoliberalismo.

Tal como Naomi Klein identificó en el año 1990, dos procesos paralelos se desarrollaban de manera aparentemente inconexa en el mundo; por un lado se publicó el 1er informe del IPCC donde ya se nos advertía que mantener las emisiones de gases de efecto invernadero iba a generar en el mediano plazo transformaciones estructurales al estado del clima. Por otro lado, caía el bloque socialista junto al Muro de Berlín. Con ello, se iniciaba la época de oro del neoliberalismo, y las políticas dictadas por el Consenso de Washington comenzaban a conducir las decisiones de los Estados y del sector privado. La planificación por criterios públicos se volvió una palabra prohibida y en ese marco, la acción climática que se debía iniciar para evitar el colapso ecológico que se preveía como inevitable, fue desoído y pospuesto. Esto se expresó en la apropiación del concepto desarrollo sustentable y una lista de recetas que no funcionaron: bonos de carbono, consumo sustentable, pagar por contaminar e instaurar mercados ahí donde la naturaleza aún estaba administrada como un bien común. El resultado: la amenaza se volvió crisis y la crisis se volvió emergencia. 

En Chile, conocemos de primera fuente los efectos que el neoliberalismo ha tenido. Revolución Democrática y el Frente Amplio nacen como un proyecto que identifica una crisis social y política que el Chile transicional no pudo frenar. Hoy enfrentamos la tarea de recomponernos en torno a la defensa de los derechos y ecosistemas, y aquello nos abre la oportunidad de evidenciar el fracaso del modelo neoliberal sobre la premisa de su incapacidad de entregar seguridad y certezas en el bienestar futuro de la población, dado que la producción de desigualdad y segregación es una característica propia del sistema de acumulación de riqueza vigente.

Si bien ha tenido una importancia limitada en el debate de la izquierda hasta ahora, es necesario reconocer la centralidad de la emergencia climática en la ecuación de la acumulación de capital en la sociedad contemporánea. En palabras de Marx,  la riqueza tiene como origen tanto en el trabajo (aspecto en el que centró su análisis) como en la naturaleza. Después de más de dos siglos de desarrollo capitalista, además de la conocida explotación a la clase trabajadora, la riqueza extraída desde la biosfera está alcanzando su límite físico, expresado de manera principal en el shock climático que experimentamos. A pesar de la evidencia de las consecuencias del afán de búsqueda de riqueza sin fin en nuestros ecosistemas, actualmente el modelo es incapaz de cambiar su lógica interna porque es la base de su funcionamiento. Por ello, cerrar las chimeneas que funcionan a combustibles fósiles lo antes posible significa asegurar que las empresas logren recuperar su inversión y alcancen ciertos niveles de rentabilidad. En la misma línea, es imposible bajo las lógicas del modelo neoliberal reasignar los derechos de agua para quienes más los necesitan, dado su carácter de fuente de riqueza para quienes los poseen (teniendo con ello derecho a venderlos al precio que estimen conveniente). Cuestionar esta realidad es poner en riesgo la naturaleza como fuente de riqueza y la posibilidad de acumulación de capital

Los límites para actuar frente al cambio climático que el neoliberalismo impone están consagrados hoy en nuestra constitución, impidiéndonos actuar de manera decidida para garantizar el bienestar de nuestras y nuestros compatriotas. Durante estos meses hemos oído una y otra vez que Chile se encuentra dentro de los países más vulnerables al cambio climático. A las conocidas razones geográficas que explican esta situación, debemos sumarle  la hegemonía neoliberal que hoy, actúa como la mayor de nuestras vulnerabilidades. El tomar conciencia de la centralidad de la crisis ambiental como crítica y fundamento de la transformación del modelo socioeconómico es la herencia que este año de movilización y organización de la COP nos debe dejar, abordando en adelante el ecosocialismo como una premisa política orientadora de nuestras luchas.

Hace más de 150 años Marx identificó en la clase trabajadora y en la naturaleza las fuentes de riqueza. La explotación de los trabajadores, es decir la lucha de clases, ha sido el motor de la historia y el fundamento de la acción política de la izquierda contra el capitalismo desde entonces. La crisis climática nos muestra los límites físicos de la acumulación y nos permite sumar a nuestra lucha aquello sobre lo que el socialismo sólo teorizó y que hoy es una realidad: el capitalismo descansa también en la explotación de la naturaleza.

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