El día jueves se aprobó en la Cámara de Diputados el proyecto de Reforma Tributaria del Gobierno, gracias a los votos del oficialismo y gran parte de la Democracia Cristiana. Si bien este debate puede ser muy complejo técnicamente, es sobre todo una discusión política sobre la redistribución de la riqueza en nuestro país. La pregunta, a mí juicio, más importante que el Gobierno y quienes apoyaron esta reforma no han respondido y están en el deber de hacerlo es, ¿por qué tiene sentido en Chile hacer que Luksic, Angelini, Paulmann o el propio Sebastián Piñera paguen menos impuestos?
El proyecto del Ejecutivo permitirá disminuir el pago de impuestos a los socios de las empresas más ricas del país, reduciendo el ingreso disponible del Estado para asuntos urgentes, como son mayores recursos para las pensiones, solucionar la crisis hospitalaria o invertir en políticas de infancia. Si bien la Reforma Tributaria tiene varias aristas, como los impuestos a plataformas digitales, impuestos verdes o cambios a la ley de donaciones, sobre los cuales presentamos reparos durante la tramitación, a continuación describo qué implica la aprobación del corazón de esta reforma, que es la “re-integración”.
Hablar de integración y desintegración es discutir sobre cómo tributan en un sistema las empresas y las personas, es decir, quién, cómo y en qué medida contribuyen a financiar las arcas fiscales en Chile. Así, lo que se disputa es la justicia tributaria del sistema.
Mientras que en el programa del Frente Amplio proponemos avanzar a un sistema desintegrado, donde las empresas paguen sus impuestos por separado (con excepción para las sociedades de personas y las pequeñas y medianas empresas), la propuesta del Gobierno transforma el actual “sistema semi-integrado” de tributación, donde los socios de las empresas pueden descontar de los impuestos que pagan como persona natural hasta el 65% de sus impuestos con los impuestos pagados por su empresa; a un sistema 100% integrado, dando el pase a que los socios puedan eximirse totalmente de pagar sus impuestos y además que difieran su pago dejando la plata dentro de la empresa indefinidamente. ¿Quiénes son los grandes beneficiarios de esta medida ? Los socios de las 1000 empresas más grandes de Chile que se encuentran en el sistema semi integrado y de las cuales deriva el 80% de la recaudación de este impuesto. En otras palabras, el Estado dejará de percibir cerca de $646 millones de dólares que hoy vienen directamente de los bolsillos de los súper ricos, como Luksic, Paulmann, entre otros.
¿Cuántas serán las Pymes beneficiadas? Tanto el Gobierno como la DC dice que serán 900 mil, pero la verdad es que la actual semi integración sólo afecta a cerca de 170 mil Pymes, es decir el 15% de ellas. Si queríamos resolver el problema de las Pymes bastaba con incorporar este 15% a un sistema integrado, pero no a las grandes empresas. En otras palabras, las Pymes quedarán más o menos igual. Así incluso lo afirma el informe financiero del propio Gobierno que acompaña el proyecto.
El otro argumento para justificar esta rebaja de impuestos a los más ricos es que, a mayores facilidades a la inversión de gran capital, esto se traduciría en mayor crecimiento económico, pero la evidencia económica muestra que bajar los impuestos puede no tener efecto en la inversión e incluso desincentivarla. No hay evidencia que la así llamada “teoría del chorreo” haya sido beneficiosa para todos y todas, sino todo lo contrario: Chile hoy sigue siendo profundamente desigual.
Espero que, como partido, podamos seguir haciendo oposición a esta reforma, y en especial a su propuesta de re-integración que sin duda seguirá profundizando los problemas de desigualdad de nuestro país. No duden en escribirnos ante cualquier duda, sugerencia o comentario a contacto@giorgiojackson.cl.