Incendio en Valparaíso: Desigualdad y la libertad inexistente

El futuro de Valparaíso pasa por sus habitantes y la capacidad de unirse ante la negligencia, además de las redes de clientelismo transversales instaladas en el municipio porteño. Sólo la acción articulada de los vecinos de puede sacar a la ciudad de está encrucijada.

Es prácticamente compartido que en Chile la desigualdad es uno de los grandes temas que nos afecta como país, desde varios sectores se han hecho llamados a contrarrestar este fenómeno. El incendio que ha ocurrido en Valparaíso nos demuestra de manera dramática las condiciones en las cuales viven miles de chilenos, en un país que se vanagloria por su crecimiento económico y que señalaba que en algunos pocos años más podría alcanzar estándares de países desarrollados, como Portugal.
“Se quemó Valparaíso y quedó al desnudo la desigualdad que existe en Chile”, señaló el ministro portavoz de gobierno, Álvaro Elizalde, en declaraciones a Televisión Nacional. Y esto es al menos cuestionable. La pobreza, sin duda está al desnudo hace mucho tiempo con las pésimas condiciones de vida en la que estaban cientos de porteños, en verdaderos guetos de pobreza en los sectores altos de Valparaíso. Quien haya tenido la oportunidad de conocer los campamentos antes del incendio, habrá notado que sus condiciones eran precarias desde antes de la tragedia, donde no existían ni existen las condiciones mínimas para vivir dignamente. Y si bien las distintas administraciones municipales y gubernamentales estaban al tanto de esto, actuaban con cierta indiferencia al respecto.
Los medios de comunicación por algunos días, impelidos por el rigor de la noticia, se vieron obligados a mostrar ese Chile que generalmente no muestran, ese Chile el cual no aparece en las presentaciones de quienes defienden el modelo económico chileno por el mundo. Pero hoy es evidente e innegable que en Chile existe un asunto grave de desigualdad donde “El mercado sin regulaciones se transformó con el tiempo en un modelo de libertinaje de mercado” que resultó en concentraciones inusuales en diversos sectores de la economía y consecuentemente en una mayor concentración de los ingresos.
“El problema es que vivimos en un país burbuja, donde mientras un pequeño grupo vive mejor que los ricos de Suiza, la mayoría de la población, el 50 % de los trabajadores, gana menos de $ 250.000 y en el 65 % de los hogares el ingreso mensual autónomo por persona es menor a $ 203.000” (Durán y Kremerman).
Es habitual que hoy nuestro país transite en las estadísticas entre los países más desiguales del mundo. Y lo lamentable es que en Chile hoy se ha naturalizado que pocos tengan mucho y muchos tengan poco. Lo que traduce la desigualdad para una cantidad importante de chilenos en una cifra que se ve lejana de las situaciones de la precariedad cotidiana que produce y reproduce este fenómeno.
Un episodio que representa las desigualdades del modelo chileno es cuando una periodista le preguntó a una pobladora en plena tragedia de Valparaíso por qué vivían en las quebradas más peligrosas de los cerros porteños. La señora, sin meditarlo mucho, respondió: “es que los pobres no elegimos donde vivir, señorita”. Afirmación que causó un gran revuelo en las redes sociales.
En esa frase magistral de la pobladora se encuentra el nudo del problema, en Chile existe una institucionalidad (Constitución) que su preocupación principal es la libertad económica, pero una libertad económica a la cual la mayoría de los chilenos y chilenas no pueden acceder, una constitución que se centra principalmente en la propiedad privada la cual busca reproducir un modelo económico y social. En este sentido cabe preguntarse ¿Dónde queda la libertad de elección consagrada en la constitución para las personas con bajos ingresos? Simplemente no existe
Hoy Valparaíso y Chile cuenta con una ciudadanía más empoderada, hecho que se refleja en aquel poblador que increpó al alcalde indignado que siempre se hagan campañas con promesas y se gobierne con explicaciones .
Finalmente el futuro de Valparaíso pasa por sus habitantes y la capacidad de unirse ante la negligencia, indiferencia de los gobiernos, además de las redes de clientelismo transversales instaladas en el municipio porteño. Sólo la acción articulada de los vecinos de Valparaíso puede sacar a la ciudad de está encrucijada.
Fuente: www.elmartutino.cl
Por Nicolás Cifuentes Espinosa
Estudiante de Sociología UV
Coordinador EjecutivoRevolución Democrática Valparaíso-Viña del Mar

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