La culpa no es de Franco Parisi

Te invitamos a leer la columna de Christopher Torres, coordinador de Reformas Políticas, publicada en Política Rock

Asumámoslo, por más europeos que nos creamos en Chile no somos inmunes a procesos sociopolíticos que han pasado en otros países de América Latina. Incluso, pensándolo positivamente, podríamos decir que hemos visto algunas películas después de leer todos los spoilers que te anuncian cómo terminan. Algo así planteaba Marcelo Cavarozzi, politólogo argentino que visitó Chile el año pasado en medio de las movilizaciones estudiantiles, al decir que Chile era una especie de “vagón de cola” de los procesos sociales y políticos latinoamericanos de las últimas décadas, o sea que todo nos pasa cuando ya le había ocurrido a los demás.
Las cifras de las encuestas nacionales e internacionales hablan de una tendencia a la baja en la confianza hacia las instituciones y los partidos políticos, y lo que hemos visto en otros lados dice claramente que cuando eso pasa aparecen discursos y candidaturas que podrían tacharse de populistas, tanto de corte tecnocrático como también los hay de tendencia anti-neoliberal, que terminan siendo remedios peores que las enfermedades que buscan tratar y terminan derivando en situaciones colindantes con el autoritarismo, la erosión institucional y la coerción de derechos variados.
Las reacciones y críticas que se ven en redes sociales y también fuera de éstas hacia la candidatura presidencial del economista Franco Parisi hacen creer que estamos en frente de un populista tecnócrata del mismo tipo que Fujimori, Menem o Collor de Mello, ninguno de ellos catalogable como grandes estadistas latinoamericanos. O al menos así es como se le tacha, y motivos no faltarían dado su discurso eminentemente técnico con un marcado desdén hacia la política partidista que da a entender que con algunas cuantas cifras se resuelven todos los problemas y demandas sociales del país.
En lo personal reconozco que no comparto para nada sus postulados y no me agrada que no indique cuál es su visión de país (eché de menos eso en #AMEP2012, Tolerancia 0 y Mentiras Verdaderas), pero dado ese perfil tecnocrático y anti-partidos, siento que si llega a estar en la papeleta, podría dañar más a algunas pocas candidaturas en específico y no al sistema político en general. En específico dañaría a mi juicio a Marco Enríquez-Ominami y eventualmente a Laurence Golborne, dadas las similitudes en sus variantes críticas con los partidos por un lado y tecnocráticas por el otro.
Pero hay un punto que hasta ahora pocos toman en cuenta. Los que más se lamentan porque un “populista” como Parisi quiera ser presidente y tenga arrastre, ¿Qué han hecho para que su candidatura no pase de ser una versión 2013 de Arturo Frei Bolívar?
Si se tratara de cargar responsabilidades, éstas recaerían en los partidos políticos en su conjunto sin excepción alguna. Los partidos de derecha que hoy son gobierno ven todo a través de tecnicismos y podría decirse que están pagando el precio de mirar a menos la política, aún siguen con sus complejos autoritarios y han expresado una sordera brutal ante situaciones de conflicto que han logrado magnificar gracias a errores políticos garrafales; la Concertación sigue aturdida y dando palos de ciego mientras se pone a esperar a Bachelet y debate giros variados desde 2010 y ha desaprovechado tremendos regalos de navidad que les hizo este gobierno para hacer una labor de oposición decente, tales como el perdonazo del SII a Johnson’s o lo ocurrido con el informe sobre el lucro en la educación; los partidos de la izquierda tienen una carencia tremenda de rostros e ideas nuevas que lleven una opción que sea realmente viable y que en cierto modo pueda intentar representar a los que salieron a la calle en 2011 y que no quieren nada ni con el “duopolio binominal” ni con el PC; y el PRO simplemente existe para impulsar un proyecto personal que mira solamente hacia una candidatura presidencial en 2013 y para eso ha tratado de apropiarse todos los movimientos y demandas sociales del 2011: matrimonio igualitario, educación, Magallanes, Aysén, Calama, etc.
¿Y la gente común y corriente que reniega de la política qué hace salvo decir ésta es sucia y todos son corruptos? El peor castigo para los que dicen eso es que los gobierna gente que sólo defiende sus propios intereses y nada más. Si se quiere una nueva y mejor política, no se puede esperar a que venga algún gurú o un redentor que ilumine el camino, sino que eso se debe construir entre todos a través de participación real, ya sea marchando, votando, debatiendo, o por último informándose.
OK, en Chile los terceros candidatos son más viejos que el hilo negro, el discurso antipartidista viene de antes de 1973, e incluso es probable que Parisi ni siquiera llegue a la papeleta en 2013, pero al final él no tiene la culpa de ser un eventual populista y su candidatura no representa el apocalipsis del sistema político chileno, aunque sí podría ser una señal de alarma. La culpa, si recae en algo o alguien, está en que no existe cultura cívica, todavía existe en la sociedad la filosofía del “no estoy ni ahí”, y los partidos políticos no hacen nada por tratar de adaptarse al presente ni por convertir las demandas sociales en propuestas concretas. Si Parisi está donde está esas son las causas, ni más ni menos, y los que debieran haber hecho algo al respecto (partidos y ciudadanos), simplemente andan en otra. Ahora, cuando llegue otro seudo-mesías que sí se parezca a esos “bananeros” que supuestamente jamás tendrían chance en un país tan institucionalista como Chile, después será tarde para lamentarse.
 Publicada en Política Rock 
 

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