Ni un peso más a las AFP

Por Sebastián Depolo y Marcela Sandoval, miembros de la Directiva Nacional de RD.
Miles marchamos nuevamente por distintas ciudades de Chile diciendo “No + AFP”. Tras esta consigna la ciudadanía entendió que el sistema de ahorro previsional no solo está cuestionado en su origen y sus consecuencias en la última etapa de vida de miles de chilenos y los que están por venir. Lo que vimos en las calles es una masividad por el legítimo temor al empobrecimiento en la vejez, donde se incrementa la vulnerabilidad  y la necesidad de cuidados especiales, y porque nadie quiere convertirse en carga para sus familias tras años de esfuerzo laboral, sea formal o no, remunerado o no.

En Revolución Democrática estamos desarrollando una propuesta integral para construir en Chile un nuevo sistema de seguridad social, uno que garantice pensiones dignas, sea solidario y universal.

Queremos invitar a la sociedad organizada en las más diversas organizaciones sociales, políticas y sindicales a pensar colectivamente un sistema de seguridad social para Chile. El tipo de sistema de seguridad social que necesitamos es el que la sociedad en su conjunto quiera. La respuesta no es técnica, es política.

Entendemos que la complejidad de una reforma profunda que se haga cargo de la demanda de No+AFP deberá contener criterios de realidad y aplicabilidad, tanto en el presente como de garantizar su sustentabilidad futura. Sin embargo, necesitamos debatir primero cuál es el objetivo y cuáles los pasos intermedios posibles para superar a las AFP.

Nuestro objetivo es construir seguridad social universal que garantice pensiones dignas y no perfeccionar el actual modelo de capitalización individual que captura las cotizaciones de trabajadoras y trabajadores y las pone en el juego del mercado de capitales. No necesitamos un arreglo en el margen que perpetúe el actual sistema de AFP, queremos cambiar el sistema por uno que tenga por objetivo dar pensiones de buena calidad con un enfoque solidario y universal.

El anuncio presidencial de aumentar en 5% las cotizaciones a cargo de los empleadores en un plazo de 10 años ha abierto el debate sobre quién recauda y cómo se gestiona ese flujo de capital en el futuro. No se sabe si será un componente de reparto administrado por parte del Estado o si serán las AFP a través de las cuentas individuales o qué porcentaje a cada uno. Son preguntas que no tienen respuesta por ahora por parte del Gobierno, el que ha mostrado demasiada ambigüedad –una vez más– en este intento reformista.

Las propuestas que baraja el Gobierno no logran sintonizar con la masividad de la protesta social No+AFP, que ha denunciado pacíficamente que el sistema previsional diseñado por José Piñera e impuesto violentamente por la dictadura no cuenta con legitimidad social alguna.

Compartiendo el objetivo de mejorar las pensiones no da lo mismo cómo se hace y existe el riesgo de que la demanda ciudadana termine siendo respondida con una reafirmación del sistema que sería nefasta. Tras el sistema de AFP hay un diseño que invisibiliza el poder de las y los trabajadores y superar el sistema es una oportunidad de aumentar la capacidad de negociación de los trabajadores que son dueños de una riqueza equivalente al 70% del PIB y que permanece oculto en la administración privada de dicha riqueza.

Las AFP no fueron diseñadas con lógica de seguridad social. Siempre el criterio predominante fue el individualismo y  la utilización de los ahorros previsionales para la rentabilidad del mercado de capitales. En la práctica el sistema de AFP opera como un mecanismo de financiamiento barato para grandes grupos económicos nacionales, además en los últimos años también se incorporó con mucha fuerza la industria internacional de los seguros como parte del sistema financiero de abierto carácter especulativo.

Es impresentable que en más de 25 años de democracia el Decreto Ley 3.500 nunca haya sido reformado. Ningún gobierno de la concertación lo tocó, incluso teniendo las mayorías para hacerlo. Se le agregan pilares y pilares al sistema, pero no se reduce la parcela que le fue otorgada a las AFP en dictadura.

La cuestión de fondo es si los riesgos derivados de la desigual distribución del trabajo en el mercado laboral y del cuidado de otras personas deben asumirse individual o colectivamente y si, dentro de esta última opción, existirían fórmulas para dar un paso en el reconocimiento de la igualdad de género como valor fundante de nuestra sociedad y sistema previsional. En el caso del actual sistema de AFP, este no solo reproduce sino que amplifica la desigualdad entre hombres y mujeres en el mundo del trabajo.

Por esto le decimos al Gobierno que, si quiere avanzar hacia un nuevo sistema de pensiones, “ni un peso más debe ser entregado a las AFP”, se debe  apostar por un verdadero componente de reparto financiado tripartitamente (trabajadores y trabajadoras, empresas y Estado), con lógica solidaria y de Seguridad Social, lo cual es compatible en una etapa de transición respecto de la capitalización individual hoy existente que esperamos en un futuro desaparezca o sea opcional. Necesitamos ir construyendo un sistema solidario y un pilar de reparto si queremos que de verdad mejoren las pensiones hoy.

Creemos que ni un peso más se debe ir a las AFP y al mercado de capitales, que solamente enriquecen a los más ricos. Ni un peso más a las AFP, el país necesita una señal poderosa: queremos una sociedad donde el cuidado de niños, niñas y personas con dependencia se entienda como responsabilidad colectiva, y donde la igualdad entre hombres y mujeres sea un valor central.

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