40H: De apocalípsis y Copa América

El gobierno no sólo ha sido violento en su rechazo al Proyecto 40 Horas, también ha sido torpe y, en más de una ocasión, ridículo. ¿Cuándo se puede ser violento, torpe y ridículo? Pues cuando se sabe que se defiende lo indefendible, cuando se sabe que no se puede dar las verdaderas razones de la defensa ¿Y cuáles son las verdaderas razones? Evidentemente no es salvar que Chile pueda seguir jugando la Copa América ni evitar un “apocalipsis del desempleo”. Las razones tienen que ver con defender el statu quo, con evitar imprimir mayor justicia en la relación empleado-empleador. No hay el más mínimo interés de defender la calidad de vida de las y los trabajadores, entonces ahí cabe todo tipo de falacias, de ficciones en las que no cree ni la ciudadanía ni los animadores de matinales. Es que es evidente, una verdad del porte de Chile, que un trabajador negociando en solitario con su empleador no negocia en igualdad de condiciones y el resultado más probable es que vaya a la oficina del jefe en búsqueda de flexibilización y salga con precarización.

Frente al proyecto presentado por las diputadas Camila Vallejo y Karol Cario, la derecha dice que “no podemos legislar desde la desconfianza”. Y yo les digo de vuelta, por favor, bajo ese criterio mejor no tengamos legislación laboral. Nuestro deber es legislar con miras a una sociedad justa y evitar todo abuso.

El gobierno subestimó a la ciudadanía y el enorme respaldo a un proyecto que ha unido a la oposición. Sólo atinaron a decir “40h es populismo” ¿Populismo como el de Canadá? Es que en el diccionario de la derecha, populismo es cualquier cosa que amenace privilegios.

El proyecto que hemos hecho avanzar en la comisión -y en donde la presidencia de la diputada Gael Yeomans debió enfrentar un diseño dilatorio del oficialismo- no es sólo ético, sino también viable, y si el gobierno quisiera hablar en serio y honestamente, hablaría de la curva decreciente de la productividad. En cambio, han preferido decir que quedaremos fuera de la Copa América, que la Conaf no podrá apagar incendios o, agregando el toque de machismo que no les puede faltar, que fue aprobado por el color de ojos de una diputada.

El proyecto seguirá avanzando, somos decenas las diputadas y diputados comprometidos en eso y millones los trabajadores que lo apoyan. Y si el TC lo hace caer (cuestión que no tiene sentido jurídico) habrá que resolver de una vez por todas si queremos seguir teniendo un país con una tercera cámara que no es electa democráticamente y que actúa de manera mucho más política que técnica.

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