*Columna* | La memoria por un futuro feminista y democrático

Esta semana recordamos un período oscuro en la historia de nuestro país. Un período que impuso un modelo económico basado en la desigualdad y la explotación, que hizo que ciudadanos no pudieran habitar libremente el espacio público y político, un período que separó familias, torturó y asesinó a miles de personas y dejó un trauma histórico en la identidad chilena. Esta semana, conmemoramos a nuestras compañeras y compañeros que fueron sistemática y cobardemente suprimidos mientras luchaban defendiendo un proyecto de sociedad radicalmente distinto, un proyecto que había sido forjado durante décadas con el pueblo y sus partidos como protagonistas. 

Esta semana, no olvidaremos a todas aquellas mujeres que lucharon por nuestra libertad, mujeres que se llevaron lo más crudo de este período. Durante la dictadura cívico-militar, las mujeres fueron tratadas sistemática e institucionalmente como objetos; golpeadas, violadas, torturadas y asesinadas porque “se lo merecían”, porque eran monedas de cambio político, sin derecho a manifestar sus ideas ni militar con libertad. Mientras las mujeres militantes y combatientes eran eliminadas o torturadas, en el resto de la sociedad avanzaban retroexcavadoras que arrebataron las conquistas sociales de las mayorías y los derechos que la lucha feminista había conseguido para las mujeres en Chile.

Pero no cedimos. Años más tarde, en las movilizaciones por la democracia, ahí estuvimos, feministas organizadas, social y políticamente, militantes y no militantes, movilizadas para devolverle al país algo que había perdido y entregarle algo que nunca había tenido: “Democracia en el país y en la casa”. ¿Cuál fue la respuesta de los partidos políticos en su momento? Pues, que con la democracia vendría el feminismo, que fuéramos un paso a la vez, y así nos relegaron a segundo plano y nos quitaron prioridad en la lista de demandas.

Pero ninguna de esas cosas llegó. Hoy tenemos un sistema político que no permite hacer transformaciones profundas en nuestro país, que no permite escuchar a los movimientos sociales, protegido por una Constitución que delimita reglas desiguales del juego y por partidos que se enfocaron en administrar el modelo más que cambiarlo. Tenemos un país en que las mujeres no pueden decidir sobre sus cuerpos y sus vidas, son asesinadas, golpeadas o violadas, sin seguridad social y con trabajos precarizados. Hoy no tenemos democracia ni igualdad entre hombres y mujeres. 

No debemos olvidarlo. La memoria es futuro, porque debemos recordar a todas aquellas mujeres y hombres que dieron su vida luchando por un Chile más justo. Es con la memoria que nos levantamos y decidimos hacer política, poniendo el feminismo como pilar del socialismo democrático por el que día a día trabajamos. 

Otras noticias