*Editorial* | Una propuesta en marcha; un cúmulo de acciones que desatan la Revolución

El primer año del segundo gobierno de Sebastián Piñera, nos ha dejado una enseñanza: la dispersión de nuestras luchas dentro del escenario nacional y la fragmentación de la oposición política y social frente a la derecha, impide contrarrestar con éxito los embates de las y los defensores del modelo neoliberal. Ante eso, como Revolución Democrática hemos estado enfocadas y enfocados en combatir las malas prácticas en la administración de los distintos niveles del estado; levantando propuestas y articulando demandas de la sociedad civil y los movimientos socioambientales; denunciando e impugnando la corrupción y el tráfico de influencias que atenta contra la institucionalidad de la República. Pero, también, hemos logrado avanzar respecto ley de identidad de género; una nueva ley que castiga el cohecho e incidido con fuerza y determinación en debates tan relevantes como “Aula Segura” en educación, rendición y transparencia en los viáticos parlamentarios o la ley de presupuestos para 2019, entre otros.

No es suficiente y lo sabemos. En el primer año de nuestra historia orgánica en la cual contamos con bancadas a nivel de concejalías, COREs y parlamentarias/os, hemos estado ajustando nuestro poder de incidencia y articulación con los movimientos sociales y la ciudadanía; empujando los márgenes tradicionales de la política, para hacer carne una de las máximas de RD, respecto ser bisagra entre la calle y la institucionalidad pública. Asimismo, estamos poniendo fin a la primera fase de instalación de RD como fuerza política y, con ello -casi en paralelo- se ha iniciado la segunda etapa, respecto consolidación de esta alternativa que le hemos propuesto a Chile.

Hoy por hoy, el partido existe en 12 regiones del país; hemos avanzado en descentralizar los frentes de acción política a nivel regional; por primera vez en casi siete años existen comisiones de contenidos fuera de la Región Metropolitana; estamos avanzando en profesionalizar las funciones críticas de áreas estratégicas del partido; contamos con una estructura de equipos y gestión descentralizada del Ejecutivo, fruto de ello es la generación del primer cuaderno de formación militante RD; la capacitación y entrega de los fondos de apoyo a la inserción de espacios basales siete en regiones de Chile; el haber montado el primer festival “A Toda Marcha”, como piedra angular de la reflexión progresista regional y la necesidad de articulación internacional frente al fascismo y las alternativas de extrema derecha. Hemos recorrido el país pesquisando la diversidad de las luchas militantes, visibilizándolas desde “La Gran Marcha Verde” y contamos con una nueva plataforma de comunicación interna e intranet llamada “Asamblea Digital”, que ya integra a poco más de 1.300 militantes que interactúan y dan vida a otras formas y espacios de diálogo orgánico. ¿Basta con todo lo anterior, para avanzar en los objetivos políticos que nos rigen los desafíos del presente? Sin duda alguna, no. Pero estamos en marcha y, ahora, se torna fundamental (entre otras cosas) profundizar la autonomía y la descentralización de los espacios basales; contar con un centro de pensamiento y formación política RD, que vincule la dimensión legislativa, territorial, de levantamiento de proyectos y formación militante permanente. Asimismo, es crucial tener una escuela específica de formación de cuadros para afrontar las próximas disputas y campañas electorales, tanto gremiales, sindicales y populares, constituyendo legalmente al partido en las cuatro regiones que nos faltan.

Un partido fuerte, desplegado y con buena salud dentro del Frente Amplio, pasa por incrementar y densificar la unidad política y la coherencia del proyecto revolucionario democrático de nuestra organización, desde la experiencia, la diversidad, la heterogeneidad y el protagonismo de las regiones que materializan este anhelo que, día a día, sigue escribiendo futuro.

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